Tríada involutiva de la iniciación deportiva
Abstract
Existe una relación íntima entre Juego y Cultura (Bonetti, 1992). Hace más de doscientos años, cuando una serie de sucesos mundiales dan inicio al proceso de organización político, económico y social denominado Modernidad, las sociedades occidentales entran en una nueva cultura. En ella, se reconfiguran tres dimensiones alrededor del juego: se produce una diferenciación antinómica del juego y el trabajo; se relaciona al disfrute, al placer, a la alegría, al jugar, a la risa, con una valoración moral negativa, con lo malo, con lo no deseado, lo improductivo, la pérdida de tiempo; los juegos comienzan a responder a los principios, ideales e intereses de la cultura moderna. Respecto a esta visión del juego y del jugar, relacionada con lo trivial y lo secundario, la cultura moderna adquiere una configuración antilúdica (Bonetti, 1992). En tal estructura, se evidencia la carencia de espacios de juego y sanciones sociales sobre la acción de jugar. De esta manera, las preocupaciones modernas por la continua y constante obtención de bienes materiales y las ganancias en el tiempo, se adentran en cada una de las manifestaciones sociales de la vida. Los deportes y su enseñanza no quedan al margen. Por ello, los anhelos del espectáculo y el rendimiento han configurado culturalmente un imaginario en la didáctica de los deportes, que desde los primeros acercamientos en las edades más pequeñas, tienden a legitimarse. Con estas aproximaciones se diagrama lo que denomino tríada involutiva de la iniciación deportiva.
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